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Tallas que seguirán sin exponerse  

Enero de 2010

   27 de enero de 2010
  El Hospitalillo de San José tenía que acoger del 2 al 7 de febrero una exposición de tallas de madera realizadas por Ricardo Castillo (Madarcos de la Sierra, 1943), pero la muestra se suspendió. Según Castillo, “lo teníamos atado desde antes del verano, pero a falta de pocos días me dijeron que el sábado y el domingo no podría ser porque no habría conserje. Me ofrecían hacerlo de martes a jueves, pero me negué”.

Castillo creció en la sierra pobre, entre vacas y gorrinos. Le tocó hacer la mili en Getafe y ya se quedó en esta ciudad, donde trabajó en la fábrica de materiales de construcción Uralita. Todavía recuerda muy bien la primera vez que creó una talla: “Por Nochebuena, mis dos hijas estaban haciendo un belén de escayola; les cayó al suelo y empezaron a llorar. Al verlo les dije que no se preocuparan, que yo les haría una de madera. Era la primera vez que trabajaba con ese material y enseguida me di cuenta de que es más complicado de lo que parece. Quedé muy satisfecho de las figuras de la Virgen y San José, pero viéndolas ahora reconozco que me quedaba mucho por mejorar”, admite.

70 horas de trabajo

Desde entonces ha producido cerca de 140 figuras. Trabaja con cuchillos, formones y una sierra de cortar hierro. “Todo lo hago a mano”, destaca. Sus figuras son muy variadas, pero acostumbran a medir entre 32 y 36 centímetros. Para crearlas puede tardar fácilmente 70 horas, pero a veces ha necesitado más de 120. “Nunca las  regalo. Me cuestan mucho trabajo y la gente no suele agradecerlo”. En cierta ocasión, relata, “se casó una sobrina y me pidió que le regalara dos figuras. Le dije que no”. Si se trata de vender su obra, Castillo ya se muestra más dispuesto, “aunque sólo lo he hecho dos o tres veces y casi como regalos a un precio simbólico; unos 250 euros, un precio de amigo”, insiste. Siempre trabaja con madera de fresno “recogida en la sierra, en bosque seco. Utilizo el fresno porque con los otros árboles no puedo hacer bien las cejas de las figuras”, comenta.

Actividad postjubilación

Casi siempre inicia sus tallas en Madarcos y las finaliza en Getafe, “en la cocina de casa. A menudo la dejo muy sucia y Ángeles [su mujer] me echa la bronca”. De todas formas, no trabaja de una manera muy sistemática. “A veces le dedico dos o tres horas diarias y en otras ocasiones me pasó muchos días sin hacer nada, depende de las ganas”. Tallar madera le sirve para quitarse “los nervios” y cree que con la exposición de su obra puede lograr “que muchas personas se den cuenta de que cuando te jubilas también puedes hacer cosas interesantes, que puedes permanecer activo”.

Figuras y escenas

La muestra que podrá visitarse en el Hospitalillo de San José estará compuesta por cerca de 60 figuras, “relacionadas todas ellas con trabajos antiguos”, señala el autor. En realidad, muchas de las piezas forman escenas como la matanza del cerdo, la corrida de toros o la caza. Entre los oficios recreados por Castillo se encuentran los relacionados con la trilla, la fragua o la hiladora. Su última creación, sin embargo, es un molino inspirado en los que vio en un reciente viaje a Asturias. “Todas mis piezas son únicas; no hay dos iguales”, señala. Cada una de las figuras está numerada y lleva un título que a menudo resulta tan sorprendente como el resultado de su trabajo. “Hago muchas combinaciones y a veces ni yo mismo sé definir muy bien las tallas que me salen. En otros casos, como El hombre cabra o El hombre de dos caras, lo tengo bastante claro”.

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